Monday, April 5, 2010

Capitulo 3.De como el amor y odio se rencuetran.El saltamontes sin pata de atras camina como gusano

La araña grande como un puño se descuelga por la pared mirandome con sus 12 ojos. Y reflejado en sus pupilas inmóviles contemplo los leds de mi frontal que se multiplican e iluminan los mios en un juego de espejos contrapuestos, que reproducen el infinito en la recóndita cabaña.
Nepal es todo el una frontera, un limite. Y su condición se manifiesta rápidamente cuando uno se aleja, de esos escasos lugares en que el hombre puede instalar ciudades, extendiéndose como mantequilla sobre una tostada. De la misma manera debe imaginarse a las personas y a los pueblos como si fueran agua, necesitamos encontrarnos en un mínimo de potencial para poder extendernos. Por eso no es extraño que lago y pueblo cohabiten en ese mínimo, mostrando así su similitud.

Nos montamos en un autobus en kathmandu, después de una semana uno se acostumbra a las comodidades de la ciudad, en este caso además se trata de la capital, que aunque diste mucho de cualquier capital europea ofrece como todas todo lo imaginable, cualquier cosa que uno necesite o crea necesitar.
Nos subimos, como parece ser costumbre aquí, en el techo del autobús. Yo nunca he viajado en un descapotable, pero supongo que si son objetos de deseo, lo son por el bien estar que produce sentir el viento acariciándote la cara, pasear sin nada que te separa del cielo infinito, de los arboles. De ir dentro enlatado a ir en la terraza la diferencia es abismal. A parte, y eso no lo tienes que pagar a parte, tu adrenalina se dispara a la que cruzas los precipicios serpenteantes, montana arriba. El conductor apura cogiendo las curvas a toda velocidad, aparece un vehículo inadvertido, con el subsecuente frenazo, volantazo y zarandeo general. Por otro lado , las ramas de los arboles bajos o los cables de la electricidad también son un elemento a tener en cuenta y que han de ser esquivados. De repente nos paramos, sube otro por la escalera de la baca,coge una de mis chanclas y se sienta sobre ella a mi lado, me parece que ya no cabemos mas, recuento, aquí arriba somos 27. Realmente el techo es el lugar mas cómodo ( tal vez la única incomodidad es ver los autobuses despeñados colina abajo, desde el interior y a través de la ventana, solo tienes una ventana de tiempo para verlo pasar, pero desde arriba puedes girar la cabeza y, taciturno, imaginar cual fue el destino de los pobres infelices... sobre todo de los del techo ). Por otro lado en el interior están a rebosar, todos los asientos llenos y unos veinte en el pasillo ( similitud con los autobuses indios ).
Nos paramos, sale el revisor y dice que se acabo la fiesta, en la curva de mas adelante esta la policía y lo que estamos haciendo es ilegal. Retrocedemos a la curva anterior bajamos todos y empezamos a embutirnos. Mucho, lo que parece imposible se consigue con mucha paciencia, si ya estaba increíblemente lleno, no podeis imaginar la escena, a lo metro japo, en un autobús para 30 somos 80.
Sudando la gota gorda me pongo a pensar en todas esas cosas que desde allí se dice que tenemos que hacer, socializacion del vehículo para ir al trabajo ( recuerdo hace unos días en el centro de Kathmandu, cogimos un autobús... en realidad una nisan minivan, en el interior eramos 15, todos con buena cara ), la utilizacion de energía renovables, la gran mayoría de hoteles tienen agua caliente por energía solar. Y a parte la de emergencia que funciona con un calentador de gas en el mejor de los casos, en el peor te dan un olla de agua y santas pascuas. Todos esos conceptos de los que nos llenamos la boca pero que en el fondo occidente no hace, aquí están a la orden del día, mas bien por una cuestión económica pero también por la mentalidad tolerante de estas gentes. Allí, donde todos tenemos mentalidad de pequeños burgueses muchas de estas cosas se considerarían indignas y por ende finalmente no se hacen aunque sepamos que es lo correcto.

Se para el autobús, ya hemos pasado el control, No han sospechado nada. Nos bajamos, y la sección de la terraza vuelve a subir. Así de fácil. Nadie tiene ningún problema. Seguimos adelante, el pueblo al que nos dirigimos esta a 60 km, tardaremos 3 horas. Y como decía en el preludio, a los 20 km de la capital, el paisaje vuelve a ser monte selvático con campos de arroz, campesinos canturreando y vaca arando. La estampa del pesebre que nos acompaño los 15 días el trekk anterior. Sigo maravillado de ver que en el fondo somos como el agua de la que estamos hechos. De ver como nos cuesta extendernos colina arriba y que solo sobrevive lo que ha estado aqui siempre. El campesino rural.

El primer día descansamos en Trisuli, lugar en el que empezamos nuestra ruta. Perdido entre campos arcillosos y en la vera del río. Elegimos el camino que sigue el río dejando a la derecha la pista por la que circulan los vehículos a motor, aun siendo mas sencilla o justamente por eso es menos bonita, esta transitada. En los 15km de trek vemos a escasa seis personas,la ultima de las cuales nos recomienda no ascender al pueblo donde pretendíamos pasar la primera noche, sino seguir a la altura del rio hasta el siguiente. Lugar que aunque no haya hostales podía ser posible dormir en un colegio en obras. El camino es muy bonito, serpentea cogiendo altura y volviendo a descender a través de los arrozales y de los pueblos que los trabajan, de gentes sencillas y pintorescas. En el pueblo no conseguimos encontrar el lugar que nos habla el chico, pero por el contrario hayamos hospedaje en la tienda de todo. La familia que vivía allí nos cedió primero una habitación en la misma tienda y después su habitación. No hablaban absolutamente nada de ingles cosa que hace que aprovechemos la lista básica con las frases de comunicacion. Mientras nos comemos el Dal bat en el suelo de la cocina viene la vecina ociosa. Bajo el brazo trae una botella de Roxy casero (fermento de arroz) y empieza a ofrecernos a todos. La mujer fuma, bebe y ríe alternando las tres cosas con opulencia, con viscolo vicio. Nos mira, nos habla en nepalí, se ríe. Su risa se propaga como el fuego en la pólvora. Manuela y yo no entendemos nada. Nos reímos con ella de nosotros, acabamos el plato y nos vamos a dormir. El segundo día empieza con una tirolina que nos ayuda a cruzar el río dentro de una caja metálica. Colgado en medio del río retorno al hilo de pensamientos que deje en el tejado del autobús. Nuestra noción de deporte de aventura es a los ojos de un nepalí una chiquillada. Si para ir a tu casa al pueblo de tu madre tienes que ir tres horas sentado en un dragón kan sin medidas de seguridad. Después la tirulina que por ser un modelo básico no puede dar sensación de seguridad a nadie, y después subir un camino de cabras, estrecho, rocoso, bordeando el precipicio de 3000m... y después ves al viejecito de 70 años con 20kg de leña a sus espaldas caminando descalzo a un ritmo imperturbable.
Es para preguntarse, en que nos hemos equivocado?
Es increíble que hoy en día sigan existiendo lugares como estos. Pueblos con casa hechas de madera y piedra, habitadas por gentes que siguen haciendo todo lo que necesitan como se han hecho toda la vida.
A veces, al cruzarte con alguna mujer nepalí, con su cesta de bambú colgada de la cabeza, cargada con kilos de cualquier cosa, ves que a le vez con la mano, van dándole vueltas a una especie de peonza que hace que la lana, que llevan en un ovillo bajo el brazo , se retuerza sobre si mismo dejándola lista para tejerla.
.... La escena de la vieja nepalí multifuncion hace que de un traspié y que caiga rodando. Tras recuperarme, pienso en como esa lana se tranformara en chaquetas o gorros, los de sus maridos que en otras ocasión nos sonrieron al vernos pasar mientras hacian todos juntos la casa de alguno de ellos, con piedra, madera y sudor. Nuestro problema, y tal vez nuestra salvación, fue ir en tropel a las ciudades,( su vida no es nada facil ) donde la vanguardia era la de Paris o Roma, allí fue donde primero se perdió la identidad y se cambio por otra nueva y sin raíces... y el resto... el resto es historia.
Contemplo la diversidad cultural a la que solo le hace falta escaparse de la omnímoda influencia del dinero. ( y evidentemente, y como en cualquier otra parte de occidente, eso es algo que el estado hace activamente para no perderla... ellos que aun están a tiempo ). Vamos dejandonos empapar de este Nepal a ritmo de paseo.
Y ya solo reverberan en mi cabeza imagines que no se resignan a desaparecer.
Despertarse con una garrapata en el sobaco.
Una militar en un checkpoint con la teta al aire y su niño mamando, mientras nos pide con normalidad los permisos y demás.
Convertirse en el medico del pueblo perdido en la montana.
Unos niños llevando a saltamontes con un cordel del cuello, como si fueran juguetes con ruedas.
Dinamita explotando a escasos 100 metros en las obras para hacer de un precipicio una carreta.
Una rata grande como un panda nos despierta tras saltar sobre manuela.
La asistente del dentista de Pokara aguantando una linterna de tienda de 20 duros para iluminar la caries dental...

...continuara