Friday, June 4, 2010

Esta es nuestra triste suerte

Nos envuelve un halo, una luz que nos protege, que nos distingue, que nos impide ver la realidad subyacente. El real mas allá.
En nuestra escafandra nos paseamos por las ciudades, por los países. Y nos convertimos en espectros, seres de otra dimensión encerrados en su deambular ajeno, distante. Encerrados en nuestro mundo de posibilidades que a pesar de encajar en la realidad es algo poco mas que ilusorio y fantasmagorico para esa otra realidad cívica. Esas dos realidades aunque coexistan en el mismo escenario muchas veces se excluyen mutuamente . Y sus habitantes invisibles se pasean inadvertidos por el espacio que ambos comparten.
El vendedor de chai de la esquina, el que vende a los vendedores ambulantes a precio local no nos ve cuando pasamos delante suyo en el rincón de la calle que ha transformado en cofee. Y los locales con música en vivo y menús de precios escandalosos tampoco ven pasar a los vendedores de flautas o a los niños del pegamento, aunque su órbita existencial se cierna sobre nosotros, que por esos azares del dinero si existimos para allí.
El acá y el allá se mezclan heterogeneamente y lo amargo de esta situación privilegiada es que se nos escapa esa basta realidad que son en esencia estos lugares.
Es como si nosotros estuvieramos condenados a vivir en el lugar sin lineas de los niños que juegan a no pisarlas cuando pasean por calles saltando de baldosa en baldosa y como si ellos, la mayoría de los locales vivieran entre las junturas o peor aun debajo de la rachola.
Como se puede escapar del lugar que por razones económicas te ha sido asignado y de esa manera poder acceder a lo que realmente es.
Esto me lleva a pensar que como cada persona es un universo esa cosmética existe en todos lados. Quiero decir, esta igual de presente los borrachos del MACBA que en los niños del pegamento de Kathmandu.
Puede alguien elegir eso? O siempre que se presenta es a causa de la conjura desfavorable de elementos. Y con esto lo que realmente quiero preguntar es si a caso este mal es diferente a aquel, a el de casa?
La cuestión surge de cierta sensacion de ser impenetrable para este tipo de mal ajeno. Tantos años forjando una coraza a prueba de vagabundos pedigüeños que al final conseguimos el propósito y ahora...
Ahora somos insensibles y esto es como seguir allí de alguna manera, ayer en Barcelona hoy en Kalkuta y yo en mi burbuja insensible, soy lo mismo.
Y es imposible preguntarse que no funciona correctamente en mi si en la Kalkuta de la famosa Maria Teresa yo no puedo sentir esa compasión que le inspiro a hacer lo que hizo.
Y me digo, como para consolarme, claro yo no soy ni podre ser jamas Maria Teresa. Ni la comprendo, y en realidad tal vez tengo poco que ver con esa santa. Pero Jaume Sanllorente (fundador de la ONG Sonrisas de Bombay) al que se le llama Jaume de Bombay por hacer de la noche a la mañana el centro filantrópico de recuperación de intocables de Bombay. Tal vez con este ya tengo algo mas que ver. Los dos tenemos nombres catalanes, y lo dos nos llevamos dos años de diferencia...
Aunque estamos hechos de diferente pasta, lees su libro y salta a la vista. Una cosa es ver el sufrimiento humano y otra cosa es ser sensible a el hasta el punto de dejarlo entrar y ese es a mi manera de ver el mayor peligro, que una vez que entra trivializa tu vida de manera irreversible... y ya no hay vuelta atrás... ya solo hay mal ajeno que cambiar y eso... eso sera el motor del resto de tu vida.

Simplemente hay veces en que no es facil de elegir, y si uno sigue movido por su inercia no ira donde su cabeza dice que tiene que ir pero la disyuntiva... con ella tendras que vivir.