Saturday, January 23, 2010

New Delhi I



16 de Septiembre New Delhi

Al final después de 10 horas desde heathrow airport, aterrizamos en la capital de la India. Me pregunto quien otorga esa categoría. Puede ser un lugar la representación de un país tan heterogéneo como lo es India?

Sucede que todas las grandes ciudades se convierten en otra cosa mas allá del pueblo que representan. Sucede que las grandes ciudades son tierra de nadie, entes desbocados, fuera de control. Babilonas que como el mito bíblico se convierten en la representación del infierno. El lugar donde las persones están eternamente condenadas a la soledad y al sufrimiento. Donde el afán de transcendencia se tergiversa al estar solo basado en la materialidad. Alejándose inevitablemente peldaño a peldaño en su ascenso a ciudad de la unidad de la humanidad, de la sociedad y de la bondad de esta.

En el viaje imaginario tantas veces recorrido, las noches en vela que precedieron el salto a Delhi aparecía diferente. Nunca podemos tener en cuenta de la manera que se merecen esos elementos que finalmente condicionan lo que es. Puesto que realmente nuca sabemos que es lo que verdaderamente hay.

Es interesante darse cuenta que tu imaginación muchas veces es insuficiente y que el artificio ilusorio que forjaste para poderte desenvolver con soltura en el nuevo entorno no sirve de nada y se hace añicos cuando pones un pie en la realidad. Como si se te hubiese caído accidentalmente esos preconceptos de cristal del bolsillo al suelo.

Así que doblemente desorientado empiezas el viaje. Desorientado por aterrizar en realidad diferente a la acostumbrada y por contemplar el desecho de tu idea pre fraguada inútil a tus pies junto con los pilones de basura que se amontonan por la calle.

No deberíamos nunca crearnos expectativas preventivas deberíamos vivir más plenamente lo que nos sucede, estar mas apegado a nuestro intimo sentir. Pero como acallar la mente, como decirle ahora no, cuando vivimos constantemente tras su telon.

En esas últimas semanas en casa comentaba con mis allegados acerca de la imposibilidad de escapar de occidente. Tras varios viajes sin salir de Europa, la idea de que es imposible escapar de eso que somos en occidente sin saber definir bien bien que es exactamente, me había sepultado, apenándome en lo profundo.

Tal vez en Europa siempre se ha tenido muy en cuenta el enfrentamiento, la batalla, la competición por la imposición de una manera de ver las cosas, creando una regla profunda y generalizada una forma tácita que todos percibimos sin saberla definir por estar esta arraigada en un amplio espectro de nuestras costumbres. Tampoco hace falta igualarnos con los que somos diferentes, quiero decir un español y un alemán se parecen igual que un extremeño y un catalán o que un yanqui y un russo. Igual de poco e igual de mucho, o sea todos somos diferentes pero iguales. El hecho de enfrentarnos ha propiciado que pensemos de manera parecida. Que nos igualemos en nuestros consecutivos enfrentamientos a nuestros contrincantes, para entendiéndolos poder anticiparnos para, de esa manera vencer. ( es ilustrativo el ejemplo de rusos y americanos, aparentemente la noche y el dia, en sistema social económico, en forma de pensar, tan distantes en el globo, y en lo profundo exactamente lo mismo, en la guerra fria.)

Parece que cada vez es más difícil escapar de ese materialismo capitalista masificado, de los escaparates de las tiendas, de la hegemonía cultural ( consumo de cultura o lo que es lo mismo cultura del espectáculo como decía G.Debord) vehiculizado por los idiomas comunes ( de raíz latina que a todos nos resulta sencillo entender o el inglés como idioma común.

Todos esos sin sabores a los que estamos acostumbrados.

Pues bien después de diez horas aterrizamos en Delhi, en el momento de la llegada al destino uno se siente como esperando el aterrizaje físico del avión, manteniendo la respiración ante el inminente impacto del tren de aterrizaje.De la misma manera recorro los pasillos del aeropuerto siguiendo el resto de pasajeros con ansias por ver que es lo que me espera, con ansia y miedo. Atento sensiblemente a las sensaciones que están por alcanzarme.

En la salida del aeropuerto después de cambiar 400 euros, algo asi como una millonada en rupias lo que nos espera son 100 conductores de ritchao ofreciéndose para llevarse un pedacito de nuestro tesoro, a sabiendas que el que aterriza muchas veces no sabe lo que vale el dinero, se puede leer en sus ojos, quiero lo que tu tienes…

Asi que las primeras cosas que siento al salir por las puertas del aeropuerto son sus ojos clavados en mi, la luz que atiza los mios con tonos calidos saliendo revotados de todas las cosas y el sofocante calor que la acompaña.

Vale, perfecto, con todo esto ya contaba… esto no es diferente. Pero soy conciente que esto es solo una primera impresión, que todavía no he visto absolutamente nada.

A parte de richaos, en la salida del aeropuerto, hay autobuses esperando, taxis governamentales y todos los tipos de medios de transporte no reglados, triciclos, motos, coches, furgonetas, de todos tipos y colores.

Después de sopesar las opciones elegimos el taxi de prepago. Para asegurar al turista de de los abusos montan en el taxi un representante de la ley que controlara que el pasajero sea llevado exactamente donde él ha pagado .

En nuestro caso es un tipo gordo con cara de pocos amigos, que sin dirigirnos la palabra se sienta al lado del conductor dándole conversación.

El estado de las carreteras es lamentable, en el recorrido que conecta el aeropuerto con la ciudad, algo en tamaño y densidad de trafico parecido a una autopista, el asfalto se hunde desapareciendo en hoyos de polvo, haciendo que el tráfico, tenga que esquivarlo peligrosamente.

No sabes cuantos coches caben de lado en una carretera de tres carriles hasta que no vienes aquí por ejemplo ocho. Uno de cada un camión, un coche, una furgo tres motos, dos richaos. Esa combinación puede cambiar, sumarse una vaca y restarse un richao, o sumarse un camión y restarse una furgoneta y un coche… y así sucesivamente, estando acostumbrado al orden de tres carriles, tres coches, bocinas las minimas. Aquí, empiezo ya a sentirme desorientado, poco a poco va colmándose esa sensación, y sin llegar al pánico siento que no estoy en occidente, sobre todo cuando en dicha autopista veo coches que circulan en contradireccion, vacas que cruzan en manada creando embudos de vehículos que hacen zumbar sus bocinas ya sin animo de silenciarlas. Atonito por el espectáculo fuera del taxi empiezo a percatarme de ese nuevo juego de mi alma, al empezar a reirme sin poder contenerme de eso que es ilógica locura ( bajo mi prisma occidental ), me regocijo comprobando como por ejemplo en eso, no había pensado, aunque me hubiesen hablado de ello. Hasta ese momento me pensaba que las calles de Roma eran la locura máxima, me gusta ver que en el fondo soy un ingenuo y esa sensación, junto con la sorpresa me llevan por una montaña rusa de sensaciones a la que querré volver a subirme.

Al meter la cabeza de nuevo dentro el taxi veo que el representante de la ley esta con el cuello partido y la boca abierta, roncando, el conductor me mira con una cara mezcla de indiferencia, pregunta y afirmación... Vuelta a la montaña rusa.

Sigo contemplando el trafico que cada vez es mas variopinto y extravagante, de repente, el que dormía se despierta de un sobresalto, tarda un segundo en darse cuenta donde esta, le dice al conductor que pare y se baja. En este momento empiezo a dudar de mi teoría del medio de transporte seguro, dudo entre eso o que este fuera un amigo del conductor, mientras le veo desaparecer mi seguridad se esfuma con el que ante mi era el representante de la ley, que sigue su vibrante y sucio camino, tras el cristal del taxi que se dirige en sentido contrario.

Antes de que pueda entender algo el conductor me dice ya puedes apearte, en el lenguaje universal de los símbolos, parece que no entiende ingles, le pregunto por el destino, la estación de ferrocarril de Delhi, y grunye indicándome atraves del bazaar central, le digo, que no, que me lleve, se baja del coche y saca nuestras equipaje del maletero.

Vale, esto si que no lo esperaba, eso evidentemete, no me pasaría en occidente. Pero lo que esta arrasando mi alma lógica es la sensación de desubicación que me produce estar en medio de una carretera sin asfaltar, llena de gente, vacas, suciedad, olores, absolutamente saturado de sensaciones. Los malos olores en si mismo ya bloquean de alguna manera tu cadena de pensamientos sin necesitar los vagabundos que extienden su mano hacia nosotros, la gente que nos chilla, la que nos saluda, el peso de las maletas en la espalda. Y lo mas importante todo a la vez. Os han pegado alguna vez puños con las dos manos y una patada a la vez. Pues lo mismo, uno no sabe de que defenderse.

Indefensión, si tal vez esa es una buena palabra. Saturación.

Vale elimina todo lo demás y focaliza: objetivo salir de ahí, extendible a salir de Delhi. Prioridad, estación de ferrocarriles, dirección, recto, hacia adelante.

Supongo que mi cara refleja mi estado, algunos me saludan con un bienvenido, otros con un that’s India. El centro de la capital, de India tal vez es más representativa de lo que me imaginaba. Alcanzamos a duras penas la estación de ferrocarril. Hay por lo menos 500 personas haciendo cola, nos ponemos al final de una después de saltar por entre las otras 500 personas que ocupan todo el hall de la estación de ferrocarril. Algunos extienden sus manos hacia nosotros, otros están comiendo otros tocando, charlando, cualquier cosa que pueda hacer una persona libre, algunos descalzos, los niños desnudos. Vale esto tampoco me lo había imaginado. La cola parece que no avance, hace muchísima calor y la espera se hace especialmente incomoda por el hecho de que me siento muy observado, todo el mundo me mira como si no tuviera que estar ahí, como si no perteneciera a ese lugar. Esa extraña sensación de repulsión creía que era solo propia de los materiales ferromagnéticos , pero me equivocaba esa pregunta que hacen sus ojos es insoportable, todavía.

Me pongo nervioso, instintivamente le digo a Manuela que vigile su maleta, ella no entiene la corriente de los pensamientos que atizan el fuego de mi fuero interno. De repente todo adquiere un nuevo color cuando ya empezaban a aburrirse los que llevaban 5 minutos mirándome, se acerca uno y me dice, la cola de turistas está en la primera planta.

Por las escaleras también hay gente por por los rincones, sentada en los peldaños, llegamos a la oficina de reserva para turistas. Aire acondicionado, sofás, colas organizadas 8 personas atendiéndonos a los escasos 10… algo no cuadra, pero me da lo mismo, necesito, tranquilidad, certidumbres, controlar de alguna manera algo, entenderlo para anticiparme, dejar de sorprenderme.

Reservamos billete para el día siguiente, necesitamos un lugar donde pasar la noche.



Friday, January 22, 2010

De Aeropuertos


15 de Septiembre Heathrow Airport London

Después de embarcar y de pasar los controles del paranoic goverment, entramos en un centro comercial libre de impuestos.
Los emisarios de la cultura del consumo se extienden perdiéndose por los pasillos atiborrados de productos internacionales. Tomando la forma de producto, de anuncio, de persona.
Y las otras personas las que todavía no se han convertido en símbolo y estandarte de nuestra sociedad del espectáculo, aunque en esencia y por lastima, hoy día, solo podamos ser eso, esas personas venidas de todo el mundo a el lugar universal de transito, se proyectan sobre todo lo que desean, sobre todas esas apariencias, mentales que obran trágicamente en el subsuelo del acto mismo de observar, evocados, desbocados, con cara de indiferencia pero interiormente fuera de si… pobres animalitos.
En medio del centro comercial hileras de asientos y paneles diseminados estratégicamente me recuerdan que estoy en un aeropuerto.
Es curioso que en el fondo todo los aeropuertos del mundo sean tan iguales, vayas donde vayas y pises el país que pises los aeropuertos son como un lugar común mas de la sociedad del espectáculo. Publicidad escondida entre plantas, en las columnas, entre los carritos, por los pasillos, mientras subes la escalera mecánica. Tiendas, bares, lugares de comida rápida. Mármol, cristal, metal.
Es como si se tratase de embajadas, ese suelo que pisas no es el del país donde se encuentra el aeropuerto, estas en aeropuertolandia.
Al recorrer Londres de punta a punta, a través de la lluvia, a través de la ventana del autobús, me preguntaba quién podía ser feliz viviendo en la zona residencial que se repetía a si misma (como en los dibujos animados de bajo presupuesto) El extrarradio de Londres se extiende gris y monótono y palpo el sinsentido de la vida de esas gentes vida que empieza y termina ahí. Me pregunto cómo no pueden darse cuenta que esa vida vacía mas allá de lo aparente no tiene ninguna razón de ser.

Sentado en este circo que es Heathrow me sigo diciendo que nada de esto tiene sentido, que se ha malinterpretado el concepto de la libertad.
Y aunque sea plenamente consciente que todo esto que veo aquí existe también en España, es curioso que sea precisamente en este momento cuando lo siento con esa visceralidad que me hace vibrar. Todos sabemos que es difícil escaparse de esto por estar extendido por el mundo. Por existir el mundo conocido, por ese mundo que engulle, en tanto en cuanto produce o consume.
Es más, el hecho de que piense esto me revela de alguna manera cual es objetivo que tiene este viaje, en parte huyo de todo esto para descubrir si en el mundo aun existe algo verdadero, algo que sea fiel al sentido de la vida, pero para eso primero tendremos que descubrir si esta tiene algún sentido, o no son más que ilusiones que perseguimos como el burro la zanahoria para seguir hacia adelante.

Thursday, January 14, 2010

PREAMBULO



Realmente uno no sabe cuándo van a suceder las historias inesperadas; cuando va a surgir aquello que nos transporte más allá de lo ilusorio a el estado que subyace a flor de piel de nuestra alma, y que se calienta y vibra con el ronroneo de eso que somos en lo mas profundo. Más allá de ti esas historias son pasto de los bares y de los amigos. El ego que construyes con esas proyecciones que suscita tu comprensión de ti y puedes explicarlas como algo épico, aleccionador.

A todos nos gusta sentirnos vivos y poco más o menos todos intentamos hacer de nuestra vida una aventura.

Y des esta manera nos conducimos heroicos por las calles de Barcelona permitiendo ,sin nosotros saberlo, que esta se convierta en el laboratorio sentimental más conmovedor, convirtiéndola en el medio que es capaz de conducirnos por los surcos de nuestra piel erizada, sobrevolando la textura que recubre y te salva de lo otro del afuera, extasiándonos gracias a su danza peligrosa.

Barcelona todos lo sabemos puede ser una jungla igual o más peligrosa que la selvática con la diferencia que por lo general estarás mas alerta en la jungla selvática que en la urbana, por estar la primera poblada de peligros evidentes anímalas entre los que destacar tu torpeza instintiva. Es imposible no estar en el corazón de la lucha entre las especies, en las ciudades animales, y no sentirse algo pequeño. Imposible contemplar el anfiteatro donde compiten los agiles, con los poderosos, los que reptan, con los que vuelan y no sentirse un insignificante error. El humano, el animal constantemente en lucha con su instinto no pinta nada en esa arena. Y ese sentimiento de insignificancia hace que te des cuenta de tu fragilidad. Tu ser incapaz de canalizar el miedo hacia una respuesta violenta eficaz atiza un fuego secreto, sofocado por años de educación y de cotidianeidad, que te hace sentir alerta que te hace sentir, vivo más allá de lo que te creías capaz.

Y lo cotidiano, el día a día por ese extraño juego de tu atención es incomparablemente más peligroso que el estado exaltado del viajero. Cuando coges el coche a las siete de la mañana y te echas a la carretera frotándote los ojos, todavía dormido, nunca eres lo suficientemente consciente de que estas viviendo, y que te estás jugando la vida con cada acción que haces. El que viaja parece encontrarse en constante alerta sopesando cada una de las acciones que hace.

Es poderosísima esa pantomima de la que es capaz tu lógica racional. La que te ayuda a vivir en lo cotidiano como en algo inalterable, el eterno paraíso en la tierra que rezan algunas religiones, para seguro que por una cuestión energética permitirte optimizar recursos evitando los sobresaltos, evitando esas molestas alteraciones que te arrastran sin tu ser capaz de controlarlas que son los sentimientos. Es incuestionable como su inercia homogeneizadora su inercia de apagar esos fuegos del alma es incapaz de detenerse y ejerce eso por lo que existe mas allá de lo deseado aplastando el latido mismo de nuestro corazón

Impidiendo que sintamos ese pulso diario tantas veces inconsciente que es vivir.

Uno viaja después de haber vivido una vida en búsqueda de lo que es la vida, viviendo en el error de creer que tal vez solo sintiéndote vivo, solo contemplando ese sentimiento, uno puede entender cuál es el secreto, cual es la respuesta de esa pregunta, del porque de nuestra existencia.

Es inevitable no ver como estamos rodeados de esos elementos que surgen como respuesta a esa pregunta, religión, ciencia, filosofía o analgésico para el alma en forma de ocupación, ocio, droga o cualquier cosa que haga que dejes de plantearte esa pregunta que tal vez no tiene respuesta.

Uno viaja y espera exponerse, encontrarse de nuevo ante las llamas que arden en tus entrañas.

Entonces uno sale por la puerta de su casa dejando tras de sí la desidia, dejando los sinsabores de lo conocido y empalma ( palmo a palmo ) sus pasos en busca de esas sensaciones con animo transcendente. Pretende descubrir los porqués que a todos nos intrigan .

Y se pregunta si sentirse vivo, no será tal vez una quimera, el juego de espejos de nuestra conciencia, no será tal vez una cuestión de focalizar los sentidos concentrándote a la vez en tu ser y en todo lo que te rodea.

Solo siendo consciente del aire que respiras, de cómo encadenas tus pasos, de tu latir. Sentir tu ser desde tu mas intima esencia, sintiendo sentir cada centímetro de ti. Sentir como tu percepción se extiende cuidadosa como tus pasos. Siendo tu todo lo que abarcan tus ojos, siendo uno con lo observado. Acariciando ese sentimiento holístico en el que se basan algunas religiones. El sentimiento de unicidad con el todo.

Podemos decir que viajar pretendiendo sentirse vivo es un acto espiritual en si mismo.