Friday, March 2, 2012

Malditos escribie_guias

Lees la guía y prácticamente en todas las ciudades listadas se habla de lo peligrosas que son. Que si hay carteristas en todos los mercados, que si en este barrio es mejor no pasar la noche… Y uno evidentemente no puede hacer oídos sordos.
El ser humano es un ser imaginario. Nuestra cabeza no puede parar ni un segundo y nos imprime su universo inventado constantemente y en todos los sentidos imaginables. Por ejemplo, cuando uno no conoce una ciudad en algún momento anterior a la partida genera el escenario y viaja hasta allí. Y eso lo hace utilizando todos esos detalles que uno incorpora, retazos escuchados o leídos o vistos en cualquiera de los medios a los que somos sensibles. Esas proyecciones le permiten a uno anticiparse y prepararse mentalmente a base de reforzar sus prejuicios.
También yo como observador de esta realidad y tras digerirla a mi manera, la expondré. Y eso es como dejar en tu buzón de los prejuicios pequeñas semillas que germinaran de alguna o otra manera en tu imaginación y que a la hora de la verdad (o sea cuando tengas que compararla con la realidad del lugar) serán inservibles.
Incluso cuando a la vuelta alguien me diga que va a alguna de las ciudades donde yo he estado y me imagine a este aterrizando en ese lugar eso también será virtual y en última instancia falso por que ese lugar ya no será el que era, y la experiencia de esta distará azarosamente de la mía.
Por así decirlo, estamos constantemente viajando sin movernos del sillón y nadie escapa de esa conjura.
Así que para no dejar de hacerlo y recuperar el hilo de este post, me imagino a doña Beth Willams sentada tras su apple en su casa residencial a las afueras de Portlan, escribiendo la guía sobre Bolivia sin ser consciente del salto existente entre su casita segura y cualquier mercado de cualquier ciudad del mundo. Y lo injusto de la comparación histórica de sucesos. Cuanta gente a lo largo de la historia habrá sido robada, violada, asesinada o bombardeada en Granollers. ¿Vale la pena que te lo diga antes de que vayas a visitarla? ¿Para que?.
Mientas tanto en la terminal de autobuses de Cochabamba a siete horas de la Paz esperamos la partida. El llanto de un niño despunta en el heterogéneo murmullo del lugar. El clima es bochornoso pero fresco, son las nueve y media de la noche. Un niño limpiabotas se esfuerza por dejar relucientes las de su cliente mientras este le vigila disimuladamente de reojo. Una mujer en el stand que esta justo delante canta por teléfono una extraña relación de números y ciudades que me recuerda al principio de alguna canción de Manu Chao. Sin ninguna noticia de los cacos que deberían rondar la terminal como horda de zombies cabreados. Nos despedimos.

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