Wednesday, February 3, 2010

De lavabos y cocinas.



Para los ojos del occidental, acostumbrado a ese tratado tácito en las formas y las costumbres, la india es un lugar curioso en múltiples aspectos. Hasta el punto de que uno puede jugar a ver que es lo que se encuentra a su siguiente paso, siendo posible hacer una apuesta en el fuero interno para regocijarse de la increíble diferencia de lo imaginado al encontrarse con la realidad. Desde los medios de transporte, hasta las relaciones sociales, desde donde se come hasta donde se caga.
De esas costumbres que damos como por sentadas, sin valorarlas, y de las que no es difícil sorprenderse las arriba indicadas o sea el comer y el cagar pueden enredarse en un laberinto inusitado, que va más allá de toda preconcepción.
El descubrimiento del doble filo del picante no deja de sorprenderme en un principio decía el cansancio y el picante son acumulativos, al principio no te das cuenta pero al final son insoportables, lo que sucede es que a la vez que sucede eso tu cuerpo, sin tu saberlo, va creando una adicción a eso a lo que en principio se oponía hasta el punto de necesitarlo para sentir que eso que comes es comida. Así que pese que al principio rehuía a estas mezclas ultra picantes porque sí, nuestro cuerpo definitivamente se ha acostumbrando, hasta el punto de echarlo en falta. Ni más ni menos como la sal.
Esos días que pasamos en Goa tomando piñas coladas al sol, teníamos cocina e intentábamos comer siempre que podíamos en casa, menuda sorpresa cuando nos dimos cuenta que nos faltaba variedad de picantes para satisfacer nuestro apetito secreto, nos dimos cuenta cuando mirándonos a los ojos nos pasábamos el pote de pimienta verde, en nuestros ojos se reflejaba el ávido deseo, era evidente. La pimienta a diferencia de la sal se puede distinguir sobre el plato de arroz así que a falta de otro picante, alguno rojo, no se chili o algo más fuerte, cubrimos nuestros platos con polvos negros con claros síntomas de abstinencia. Cosas que pasan.
Y después de comer toca cagar. Los que ya han entrado en contacto con el retrete oriental, sabrá a lo que me refiero. Ese agujero al que has de acercar tu nariz más de lo deseado ya que has de sentarte de cluquillas, son el claro ejemplo de una diferente manera de enfocar una cosa, que a copia de repetición muchos creemos solo se puede hacer de una manera, sin tan siquiera planteártelo, supongo que todos más o menos somos un poco puritanos a la hora de cagar, y que más de uno elige un lugar en especial en el que encontrar el confort que necesita. El estado absolutamente inverso de ese confort es el lugar donde ponerte de cuclillas, el olor de donde han meado y cagado aproximadamente medio millón de indios desde la última vez que se limpió no es precisamente reconfortante, el olor a desecho humano y a amoniaco destilado, aunque no lo parezca, es un buen escenario para plantearte algunas dicotomías.
El elemento que falta en esta historia y trinidad son los bares o restaurantes o bueno en realidad a muchos no se los puede llamar así… quiero decir nosotros estamos acostumbrados al típico bar Manolo. Bar de tochos, con cristalera donde asoman las diferentes tapas del día ( o de la semana ) encima de su barra, el olor a comida, su tele alta, o a la versión más de lujo con metre vestido de esmoquin y tal, claro cuando llegas a un recinto que son cuatro chapas con techo de caña y un fogón, donde te invitan a descalzarte sobre el suelo sin cementar te sientes un poco desorientado, cada uno de los elementos por separado es razón suficiente y sobrante para sentirse desorientado, hablas en ingles con un indio con un acento un tanto peculiar, y mientras buscas en tu cabeza una frase olvidada, no se por ejemplo donde esta el comedor, sientes el frio y la humedad de la tierra en tus pies, mientras clavas tus ojos arriba a la derecha ( haciendo amen de recordar ) y tal vez tus ojos se topan con el santuario particular, las pegatinas de Ganesh, al lado del crucifijo de lucecitas, te dices la cocina será multireligiosa, el siguiente eslabón lógico es negarse a pensar que eso es un bar, o pensar en el confort de tus calcetines que dejas debajo del Cristo. Bueno, no pasa nada tenemos mundo a las espaldas, de hecho tampoco es mucho más diferente que un chiringuito de playa o uno de fiesta mayor.
Pues bien. La cosa se complica cuando se mezclar todos los elementos que nos ocupan, o sea los bares extraños de comida picante y los lavabos orientales.
Bueno en los bares de chapa y caña tampoco hay nada que no te puedas esperar hay un agujero sin más, el agua la coges de un cubo y ya … si tiene lavabo que en la mayoría de sitios no lo tienen, más de una vez tienes que buscarte la vida e iniciar una excursión por medio pueblo en busca de un lugar donde acluquillarte. En el mejor de los casos, en los restaurantes con lavabo, es decir en los que ya tiene cierto nivel te encaminas a fondo a mano derecha y te encuentras un rincón oscuro, el picante o tal vez las condiciones antihigiénicas del lugar donde cenaste el día anterior, hacen que andes apresurado , y le preguntas al camarero, bueno miento. En realidad en india al haber tanta gente los oficios están especializados hasta un nivel cuántico. En el mercado esta la de la caja, el que mete las cosas en bolsas y por detrás a la salida el que pasa la visa. O en los autobuses no es extraño ver el revisor, el que abre y cierra las puertas silbándole al conductor cuando pararse y cuando arrancar y el conductor. En el bar, sobre todo en los de lujo hay el de la caja el que toma nota de las mesas de la derecha, el de la izquierda, el que recoge las migas y la suciedad, el que recoge los platos, el que los pone, el que hace el pan, el que hace el curry, tal vez en el servicio son 15, sin exagerar. Así que le dices al primero que pasa. Oye amigo donde esta el servicio, y te dice que para llegar a este tendrás que cruzar la cocina, girar la primera a la derecha, donde hacen el chapati a la izquierda subir las escaleras y en la terraza lo encontraras.( me a pasado mas de tres veces ) Pasas la cocina como un suspiro, a causa de los retortijones, te miran con la sonrisa en la cara, ellos saben que los occidentales somos propensos a cruzar sus cocinas al trote, el 75 por ciento sufrirán problemas gástricos al venir a la India. Corriendo llegas a ese mítico agujero. Cuando te sientas gracias a que bastantes veces este no tiene luz, ahí de oscuras de cluquillas empiezas a recapitular ( eso solo si quieres estropearte la comida ). Volver a pasear por la cocina sucia como uno no puede imaginarse. El personal de cocina mas sucio todavía que la cocina, te preguntas no tendrá a caso una negocio clandestino en el interior de la cocina, reparando vehículos robados para venderlos de nuevo, o algo así. Lo malo es que no, simplemente el que hace el pan tiene las manos sucias como un mecánico, con la particularidad, que tal vez el mecánico no se lava el culo con las manos después de cagar. La camiseta es el mono de trabajo cuando se va a dormir a la terraza la deja colgada de un gancho en la cocina y no pasa nada.
Después, ahí en la oscuridad empiezas a ligar cabos entiendes tu desenfreno digestivo y el alivio es doble, ya se te habían pasado por la cabeza mil ideas de hipocondriaco, pero no es eso, es solo que todas las cocinas son como esta o peor no me quiero imaginar cuando lavaron por ultima vez la cocina del bar de chapa… Pero de verdad ya lo dije uno se acostumbra a todo, y realmente las cagarrinas tampoco son tan malas. A mi, que a veces me de por atormentarme con esas cuentas que se disparan automáticas en los ratos de aburrimiento, tal vez al volante, o tal vez al sentarme en la taza del wáter. Empiezo a calcular el tiempo medio que gastare haciendo cierta actividad a lo largo de mi vida. Así que voy a cagar y empiezo en esa intimidad reconfortante a pensar en ese absurdo en particular, me pasare sentado en un retrete haciendo lo que se debe una media de 4 minutos, 365 días al año ( a veces dos veces al día así que todo se tendrá que multiplicar por dos ) por 80 años de media, dividido entre 60 minutos la hora y entre 24 horas el día más menos el error.
Y horror, puede que me pase sentado en la taza una media de un año entero. O sea ya no viviré 80 pongamos por caso, sino 79 porque uno lo pasare cagando, menos el tiempo que pasare comiendo, cocinando, ( ya no cuento el que pasare trabajando porque tampoco me quiero deprimir) pero al final resulta que viviré tal vez treinta años, si cuento el comer, el yacer, y otras acciones gratificantes como tiempo vivido.
El caso es que desde que estoy aquí como no paso ni 20 segundos de cluquillas, me ahorro una cadena de pensamientos absurdos. Además en esos pocos segundos de deposición estoy en estado de trance flashback, paseándome por los rincones sucios de la cocina por donde he pasado corriendo. Así que todo se hace mas llevable. Si existe la felicidad, tal vez se esconde en lo profundo de un lavabo Indio, y yo ingenuo de mi la buscaba en mi interior.

1 comment:

  1. En serio, no sé si se me quitan las ganas de ir o por el contrario se fomentan...

    madre de diós, yo no soporto ni el picante ni las cagarrinas, y por no hablar que las mujeres pillamos hongos... y que me pique el culo... aun tiene un pase, pero que me pique el choucho... eso me irrita y me cabrea...
    que miedo...

    la verdad es que observo, que tu como siempre, ante la adversidad te creces y le ves lo positivo...

    ole tu!!!

    me algro que sepas disfrutar!

    muchos besos!!!

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