Friday, February 5, 2010

New Delhi II


16 de septiembre New Delhi

Bien llegados a ese refugio para el occidental que es la oficina de reserva de billetes planeamos buscar un lugar donde pasar la noche, nos decimos no debe ser tan difícil encontrar un buen lugar, es cuestión de ir a la oficina de turismo y preguntar allí donde alojarnos. Muy bien objetivo fijado, cogemos las bolsas y nos dirigimos envalentonados a la calle. Desde el interior de la oficina de reserva todo se ve muy fácil, la distorsión de las formas que nos recuerdan a las nuestras, las que conocemos y controlamos.

Cuando ponemos los pies en la calle la realidad es otra, evidentemente nuestra cara refleja que todo eso es absolutamente nuevo e inesperado para nosotros, nuestros ojos se detienen juguetones sobre todas las cosas, se nos hace difícil mirar donde ponemos los pies. A los 30 metros de la puerta de la estación de tren, después de atravesar un parking con 200 richaos que se han ofrecido hasta la saciedad a llevarnos donde sea, de manera acuciante, pesada, llegamos a la calle principal, allí se acopla un tipo con aspecto de sight, o sea con turbante prieto, aunque vestido a la occidental. Tejanos, camisa negra. El tipo se pone a caminar a nuestro ritmo, ¿Qué, que tal? – dice- acabáis de llegar? ¿Y qué?, ¿Estáis buscando un lugar para pasar la noche? Lo que tenéis que hacer es ir a la oficina de turismo, yo os llevo, venir, venir. El pavo no me da buena espina, he perdido el control de la situación en menos de 4 minutos, bien por mi, soy incapaz de pensar. El tipo va por delante de mí y me va a acompañar aunque ya le haya dicho que no lo necesito y que se vaya.

El hecho de seguir a una persona, aunque sea como en este caso hace que sientas que has perdido el control. Evidentemente no lo estoy siguiendo, es él el que me está siguiendo cuatro pasos por delante mío, pero es lo mismo, psicológicamente el hecho ya está hecho.

Hay algo en ese tipo que no me despierta ninguna confianza, tal vez porque se presento enseñando un carnet cualquiera donde salía su cara enmarcado en letras indias, podría ser el carnet del badulaque o cualquier cosa. Las personas que intentan recabar la confianza de las otras personas sin que estas se lo pidan no suelen dar buena espina. El caso, es que el tío sigue ahí delante a tres pasos sin que podamos hacer nada. Después de 10 minutos caminando, empezamos a notar lo insoportable del calor, el exceso de estímulos. El espectáculo que nos rodea sigue llamando nuestra atención, con el rabillo del ojo controlo el tipejo. Gente viviendo en la calle haciendo, lo que cualquiera podría hacer en su intimidad, sus necesidades, comer… algunos rebuscan en los pilones de basura, otros están fumando opio en plata, con la cara desfigurada por la adicción, y la demacración de esa mala vida, como si nadie los viera, mientras pasan coches pitando, bicis carro, richao en todas direcciones.

Llego a el equilibrio metaestabla con el entorno, me tranquilizo , difícilmente perderé el control de la situación hasta límites peligrosos (pienso), podemos seguir. Tardo poco en desengañarme, después de meternos en una especie de bulevar lúgubre y solitario, empiezo a sentir que tal vez si que puedo perderlo, primero es una sensación sutil, una desconfianza que podría atribuir a este Indio, calibro las posibilidades de éxito en caso de que peleáramos. Ratifico que he perdido el control cuando veo que otro tipo con mas mala pinta que el primero con cara de turco-cabreado, y que hace dos como yo de ancho nos sigue a distancia prudencial. Vale me empiezo a asustar tal vez si me enfrentara con el primer podría tener alguna posibilidad, pero el tipo salido de una película de James Bone de antaño seguro que es más difícil. Siento que la adrenalina empieza a empaparme, las consecuencias no tardan en surgir, enciendo el piloto automático, cojo a manuela de la mano y doy media vuelta de manera violenta. Dejamos atrás a los dos tipos discutiendo no se qué, mientras a pasos largo desandamos el camino hasta volver a la oficina de reserva de billetes en la estación de tren. El aire acondicionado y el lugar hace que nos relajemos de nuevo.

Es un poquillo triste, me siento defraudado. El primer indio con el que entablo conversación quería algo de mí y no sé que era, seguro que parte del dinero que llevo colgando de la correa por dentro de los calzoncillos. Lo que más me aterra en realidad es haberme comportado como idiota desconfiado. De todos modos siento que la India nos ha vencido, ella 1, nosotros 0. Tal vez la personificamos porque en India te enfrentas a un conjunto de cosas que tiendes a englobar. Esta es la India.

No pasa nada, cogemos la guía, miramos el primer hotel que nos recomienda, y esta vez sí vamos directos al lugar sin dejarnos guiar por nadie, ponemos la cara de mala leche y con paso seguro lo alcanzamos en 5 minutos. En el lugar nos ofrecerán una habitación por cinco veces el precio medio de los lugares donde a partir de ese primer día estaremos, pero aun no sabemos nada de eso, así que nos tendemos en las camas del cuchitril y descansamos, hasta la noche no hay nada de esta gran ciudad que nos llame la atención, deseamos teletransportarnos a las entrañas extrañas pero no abrasivas. Después pensaré que es triste ver como el hombre transforma su entorno en las ciudades hasta convertirlo en algo inhumano e inhumanizante, en un lugar que no pertenece a nuestra naturaleza, o tal vez el hombre es lo contrario de lo que nosotros deseamos ser. No somos seres bondadosos, no estamos hechos para vivir en harmonía, no somos dioses, somos pobres diablos… espero equivocarme.

La modernidad se ha tejido a partir en ese urbanismo, en ese entorno de demasiados seres deseando sobrevivir a pesar de todo, a pesar de todos, pisando todo cuanto crece a su alrededor, realmente eso sucede de manera irremediable cuando hay poco espacio donde crecer, así la densidad de población crece de manera inversamente proporcional a la calidad humana. Pero en el fondo se ve que es un artificio, un paradigma erróneo que a fuerza de propagarse arrasa el lugar donde crece eliminando sus concepciones imponiendo su propia ley. Nosotros que de alguna manera hemos crecido con eso y ya no somos capaces de percibirlo como un artificio, o no como un artificio diferente de otro. Ya vendrá el momento en el que chocado por las diferencias de las ciudades y de los pueblos. De la transformación de esa misma gente en esos dos estados antagónicos, despertara en mi más claramente ese sentimiento. Pero eso ya será mañana, en el camino. Tenemos quince días antes de llegar a Goa, queremos ver algo del norte y tenemos que comprarnos unas bicicletas.

No comments:

Post a Comment