Monday, February 6, 2012

Trekking por el valle de los volcanes

Des de Arequipa nos movemos 379 km hasta llegar a Cotahuasi. En la falda de los nevados de Solimana y Coropuna. Después de un día de reconocimiento por las ciudades circundantes y de indagar la cultura culinaria del lugar nos preparamos para el trekking. A las 06.30 sale el autobús para Panpamarca. Nada más subir, un tipo con aspecto desaliñado pero con absoluta autoridad explica que el día anterior en esa misma ruta se pinchó una rueda. El vehículo volcó y la turba de gente indignada secuestró el autobús. Manuela se gira, me mira a los ojos y muy seria me dice: -nos bajamos?
Al final no bajamos y llegamos sin percances al destino.
Un pueblecito muy pintoresco a 3200 m donde iniciamos la caminata. Pedimos a los lugareños que nos indiquen el camino hacia las minas de Huarhua, y estos nos responden con mofa y cierta incredulidad, el camino no está indicado y la ruta es larga. Caminamos hasta Cochapampa, continuamos la pista con destino a Sayla y nos desviamos por un rompiente que continua ladera arriba. Después de cinco horas llegamos a Huarhua. El pueblo donde se encuentra la mina de sal a 3700 m. Plantamos la tienda en un maizal y pasamos la noche. El día siguiente es un descenso constante de seis horas desde las minas hasta la cascada de Sipia. La última antes de llegar al punto mas profundo del cañón de Cotahuasi, que es el mas profundo del mundo con sus 3500 metros de profundidad. El lugar es increíble, el rugido del río al caer retumba por todo el cañón y su agua pulverizada flota como una nube a nuestro alrededor. Ahí plantamos la tienda. Al amanecer esperamos que nos recoja el único autobús que recorre la cuenca del Cotahuasi. Lo hace en las dos direcciones y paulatinamente, parada a parada, se convierte en una lata de sardinas con ruedas.
… espera, esto ya lo he dicho antes, cuando hablaba de los medios de transporte en la India Nepal. Y efectivamente Perú y Nepal tienen muchísimas similitudes.
Sacas la cabeza por la ventana del autobús y te ves recorriendo el cañón mas profundo del mundo por carreteras que serpentean a escasos centímetros del precipicio. Metes la cabeza dentro y te ves en el interior de una lata de sardinas llena de autóctonos ataviados con ropas coloridas y sombreros espectaculares. En un abrir y cerrar de ojos me encuentro recorriendo el Himalaya, es solo un segundo, nada mas. Un bache en la carretera, el autobús frena antes de coger una curva, pero al ir tan lleno se sale de la pista. Vuelvo de sopetón a la realidad. Se oye: -RÁPIDO RÁPIDO BAJEN!
(Las viejecitas alrededor gritan frenéticas claramente sensibilizadas. Recuerdo las palabras del tipo desaliñado y autoritario dos días antes. Seguramente es la primera causa de muerte violenta por estos lugares).
Toda la gente que se encuentra en el pasillo baja para aligerarlo y permitir maniobrar al conductor. Y de repente nos sentimos como una manda de búfalos en estampida. Veinte lugareños con sus sombreros cowboy corren delante del autobús. Una estampa realmente graciosa.
Llegamos a las 02.30 a Andagua.
Al amanecer damos una vuelta. El pueblo es un lugar pintoresco, muchas casas lucen tejados de paja y paredes de adobe. Los burros y las ovejas pasean por sus calles de arena y piedra.
Parece que el tiempo se detuvo en algún momento remoto y obstinado no quiere echar a andar de nuevo. Las mujeres visten con colores muy vivos y rematan atuendo con sombreros abombados de fieltro. Por los alrededores del pueblo se avistan numerosos volcanes de diferentes tamaños con las cimas recortadas como bocas abiertas al cielo. El lugar es extraño y bello a partes iguales.
Cogemos nuestras mochilas y nos encaminamos a Chachas, primera parada por nuestra ruta del valle de los volcanes. En esta jornada se recorre el valle propiamente dicho. El camino se inscribe sobre suelo negro y rojo y nos lleva a unos campos organizados en terrazas que están repletos de cactus. Estos esperan como erizos a que poses el pie para atravesarte la bota y cuando afligido te dispones a quitarte esa pelotilla de pinchos te llenas la mano de pinchos aun mas pequeños que aun que no sean capaces de atravesar botas si lo son de atravesarte la piel como una miríada de pelos rubios recién salidos. Manuela acaba rodando sobre unos cactus y saborea en su piel todas la variedades de pinchos. Después recorremos el lecho del río que esta seco hasta encontrar un camino que se pierde entre extrañas formaciones volcánicas.
Fascinados por el camino de fina arena negra nos extraviamos y convertimos la ruta de 15 km en una de 42. A la mañana siguiente nos dirigimos a la cima que tenemos que cruzar, a medida que tomamos altura empezamos a ver los primeros cuis y las primeras llamas en lo profundo el valle de los volcanes des de una perspectiva panorámica. Guiados por piedras amontonadas subimos colina arriba. Hasta llegar a un valle elevado sumergido en nubes. Como no podemos ver ningún camino y nuestra cabeza parece querer estallar por el mal de altura, retrocedemos y plantamos la tienda 500 metros mas abajo. Esa noche es dura y fria. Manuela duerme encima de mi para no sentir el suelo helado. El saco y la tienda se congelan. Al día siguiente y sin desayunar retornamos al camino de piedras amontonadas, siguiéndolo por la ladera de la montaña que se viene abajo a nuestros pies. Finalmente alcanzamos la cima a 5200 metros. El collado que hace de paso hasta el siguiente pueblo esta profusamente nevado y súbitamente empieza a nevar. Así que decidimos volver a bajar a Chachas. Y aún sin haber cruzado nos llevamos haber recorrido el camino más duro y peligroso que jamás hayamos intentado.

No comments:

Post a Comment